Lenguaje, conocimiento y educación superior en la globalización
El libro Lenguaje, conocimiento y educación superior en la globalización, ofrece una visión antes que una definición de conocimiento. Una visión que a lo largo de su lectura ocurre con exaltación, como funciona la mente, nunca se sabe qué viene luego. El lenguaje, la comunicación, el idioma, el habla, la geopolítica, la economía, la ciencia, la tecnología todo es fuente, causa y efecto de conocimiento. Y entre líneas aparece una propuesta de definición transitoria. En algún momento de la vida intelectual es fácil creer que uno ya entendió lo que es conocimiento, pero la intención del autor es que uno nunca crea eso, que siempre habrá algo más allá que completa esa comprensión siempre transitoria, que sea un proceso continuo, dinámica que nos ha traído al 2020 con enormes desafíos cada día. La forma como explica ciertas metáforas impertinentes usadas en la conversación cotidiana, en las exposiciones formales, en los programas de televisión, que realmente no develan el conocimiento sino que lo ocultan, hacen pensar de forma autocrítica sobre nuestro uso de la palabra, con ejemplos claros y contundentes. Allí radica según el autor, no poder resolver problemas sencillos como las basuras, el plástico, a pesar de existir el conocimiento. Hay demasiado positivismo. El concepto de humanidades como piedra angular de la calidad educativa, que inicia desde la mirada de una artista como Doris Salcedo se complementa y aprecia claramente en el capítulo cinco donde se exponen los conceptos clave del Modelo Educativo Crítico con Enfoque de Competencias. No deja de tener insertas algunas polémicas que bien podrían debatirse en público, como la unificación de un modelo educativo, o su crítica a las consecuencias en el pensamiento crítico, de la próspera industria del entretenimiento de la cual tanto se pondera.